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Territorios académicos y tribus / Sociología

En tiempos de neoliberalismo la Sociología no es la excepción a la regla y recibe influencias como continuidad de los planteos cientificistas tradicionales. La visión predominante en la academia la concibe como una de disciplina encargada del análisis de los procesos sociales, separada de la historia, las ciencias políticas, la antropología, las ciencias de la educación, etc. La mayor preocupación parece ser la de demarcar los límites de “nuestro territorio”, dejando de lado la interdisciplina, la visión de totalidad, tan proclamada y tan poco practicada. Es, en el mismo sentido, muy común ver a la Sociología reducida al academicismo, a la palabra sofisticada y a la escasa comprensión de la realidad, al discurso de izquierda y a la praxis acomodaticia de derecha, en tiempos en los que para muchos “ya no hay grandes proyectos”.

Como ámbito laboral, la más disputada suele ser la subfinanciada área de investigación, atravesada por la paperdependencia, la recurrencia de temas de indagación año tras año, la investigación por la investigación misma con una limitada generación de nuevos conocimientos; salvo honrosas excepciones, claro está..

Otro ámbito es la sobrecargada área docente que lleva al sociólogo a competir en disparidad de condiciones en nivel medio y superior con un título de “segunda categoría”. Dicha subestimación se relativiza en la realidad cotidiana puesto la puerta de entrada más común, a la hora de ingresar al sistema educativo, es el amiguismo y no el peso relativo del título. Esa misma vía es la más usual para iniciarse en la docencia universitaria, más precarizada aún que la anterior en su fase inicial, con toda una suerte de contrataciones endebles a tiempo parcial y “ad honorem”, los muy escasos los lugares y la falta de presupuesto la vuelven un área de gran disputa. A esto debemos agregar la gravedad del hecho de que la mayoría de las personas que ejercen la docencia en Sociología no están preparados para hacerlo, situación que comparte con numerosas otras disciplinas.

Para hablar de tribus la de los burócratas es la de mayor estabilidad, atravesada por la militancia política y el clientelismo. Una tribu un tanto heterogénea es la de los tecnócratas consultores que trabajan en empresas, ongs y organismos nacionales y multinacionales con perfiles muy diversos, si bien la lógica imperante es la de la búsqueda de eficiencia y rentabilidad.

Todas las tribus están atravesadas por los estadíos del sobreempleo, subempleo y desocupación, entre los que se observa gran movilidad. Es ésta una característica bastante común en el sociólogo, cuya formación predominantemente teórica y poco específica lo obliga a hacer el esfuerzo constante de “bajar a la realidad” cotidiana para “conseguir trabajo” incluido en el terreno de la docencia. En ese esfuerzo lo ayuda la visión de conjunto, la visión de la totalidad, en ocasiones usada para la crítica más o menos constructiva, en ocasiones usada para potenciar la lógica eficientista.

aTerritorios académicos y tribus / Trabajo Social

El trabajo social históricamente presenta dificultades hacia su interior en relación a su “especificidad”, es decir lo que diferencia nuestro quehacer profesional de las demás disciplinas. Por este motivo el movimiento reconceptualizador latinoamericano intento delimitar nuestro objeto de intervención pensando que así se superaría el nuestro “problema de identidad”, pero esto no resultó así, pasamos por delimitaciones tan generales que no aportaron demasiado a dicho problema ni ayudaron a resolver el problema teórico y epistemológico que conlleva.

En relación a lo mencionado anteriormente, Margarita Rozas Pagaza aporta una propuesta superadora la comprensión del objeto de intervención desde una mirada crítica, este adquiere nueva significación desde la perspectiva del campo problemático. Entiende que este se construye desde la reproducción de la vida cotidiana de los sujetos, explicitada a partir de múltiples necesidades donde se explicita la cuestión social…[1] y es allí en esas situaciones concretas se va delimitando nuestro quehacer profesional.

Al mismo tiempo, propone la articulación teórico-práctica mediante un proceso espiralado que guía el quehacer profesional y la producción de teoría de trabajo social. De este modo  se supera el problema relacionado a la cientificidad de la disciplina.

En el campo de la educación el Trabajo Social, fundamentalmente en la educación media, se inserta en los Servicios de Orientación como ejecutores de políticas focalizadas en el marco de las políticas de ajuste de la década del 90¨. Por consiguiente, se le asigna roles a priori a los profesionales  de los mismos conforme a las normas legales (resolución 507/07, 901/07, 1311/07).

En relación a lo mencionado se plantea  como “rol o función primordial  colaborar en el proceso educativo para la prevención del fracaso escolar en las instituciones educativas, y que las funciones serán jerarquizadas en función del contexto escolar, favoreciendo los objetivos del Proyecto Educativo Institucional (PEI)”[2]. En este marco el rol del trabajador social se visualiza como estático como diría  Rodolfo Nuñez hasta hoy siguen vigentes al quehacer profesional los moldes asistencia, de gestión, de promoción y educativo que no se pueden negar, el autor no los niega, los reivindica como estrategias de intervención.

Por lo tanto si nuestro quehacer profesional solo se limita a solo cumplir con el mandato que se nos asigna desde la institución escuela nos limitaremos a hacer una lectura sesgada de la realidad sin poder realizar una mirada crítica de nuestras prácticas. Nuñez agrega que la predeterminación del rol profesional “no permite el logro de un abordaje que contemple la dinámica, como complejidad e integralidad de la cuestión social, abordando solo la dimensión para la que dichos roles fueron creados[3].

A mi entender el desafío actual consiste en llevar a cabo intervenciones desde un enfoque multidimensional, el cual  posibilita la complementación de saberes y miradas en las intervenciones, facilitando el abordaje de las distintas problemáticas a nivel familiar; grupal y comunitario, dada la heterogeneidad, la complejidad y la vertiginosidad, que caracterizan a la realidad social.

Nuestra disciplina se define por “el hacer”, el cual se va construyendo en la conformación del campo problemático que menciona Margarita Rozas, así el aporte del trabajo social al campo educativo consiste en poder problematizar situaciones de la vida cotidiana de los sujetos de aprendizaje aplicando contenidos adquiridos por los mismos en sus trayectorias escolares. Por ejemplo: en el nivel medio en el espacio curricular Proyecto de intervención socio-comunitaria necesitan aplicar contenidos previos de: geografía, sociología, lengua, economía, contabilidad, etc…

Al mismo tiempo se puede establecer un paralelismo en relación a la intervención profesional, la praxis, y la práctica educativa, ya que ambas prácticas abordan situaciones concretas de la vida cotidiana de los sujetos y se nutren de teoría que las sustenta en un proceso que se retroalimenta. Si bien en ambos casos planificación ordena de alguna manera el proceso, las mismas son flexibles porque parten de la praxis. Además, en ambos casos la evaluación del proceso ayuda a direccionar las prácticas y la investigación favorece la producción de teoría en cada uno de estos campos.

 


[1] Parra Gustavo. El Objeto y el Trabajo Social.

[2]Escuela Nº 4- 189 Álamos Mendocinos

[3] Nuñez Rodolfo. Redes Comunitarias .Capítulo 1 Desde el rol estático a la posición dinámica en las prácticas del Trabajo Social. Ed. Espacio .2008.Pag. 26.

 


Qué nos dan las Cs de la Educación ???

En un área de saber y de la práctica humana, habiendo alguien en situación de aprender, siempre hay mediadores. Enseñanza-Aprendizaje nos aporta elementos para responder a la pregunta ¿Cómo ser un mediador pedagógico?

Si  consideramos que el proceso educativo  es una de los más complejos, porque es el medio en que nos “formamos” como seres humanos, nos encontramos con que en este campo no hay certezas, ya que es difícil medir nuestro avance como docentes por el desarrollo humano de los alumnos.

 En relación a la mediación pedagógica podemos decir es una práctica en la que se toma en consideración en primer lugar todo aquello que parte del otro, de los sujetos, de sus posibilidades de aprendizaje para promoverlo, lo cual nos posibilita construir aprendizajes conjuntos, existe un ida y vuelta, una retroalimentación entre docente y estudiante.

A partir de los conceptos trabajados en la cátedra, podemos pensarnos como seres de umbrales que pueden invadir, compartir, o dejar en el abandono. Por eso la labor es tan significativa, todo cuenta: los gestos; las palabras; las miradas, etc. Es así  que los educadores somos trabajadores del discurso y también mediadores.

En relación con lo mencionado en el párrafo anterior, la asignatura “El alumno de la EGB 3, Polimodal y del Nivel Superior” nos proporciona herramientas que refuerzan algunos  conocimientos adquiridos durante la carrera de grado e incorpora otro, en relación a las características psicológicas  de los sujetos de aprendizaje, desde la mirada de la psicología del desarrollo; del psicoanálisis; y de la psicología cognitiva  de modo tal que puedan ser tomadas es cuenta a la hora de relacionarnos con ellos.

Por consiguiente, de esta manera podemos elaborar estrategias de acuerdo a las problemáticas que caracterizan a la etapa que transitan los alumnos: pubertad, adolescencia; adultez. Sin perder de vista la influencia de la cultura.

Tomamos como un aporte importante a la hora de intervenir, el concepto de zona de desarrollo próximo de Vygotski, ya que aquí se pone en juego la función del docente como mediador.

Además tomamos la idea superadora de Fouertein al considerar que todo individuo es modificable a través de la mediación para lo cual es fundamental considerar la zona de desarrollo próximo de los alumnos en la proposición de tareas. Teniendo en cuenta que el docente es quien selecciona, organiza, y envía los contenidos (estímulos).

Siguiendo con este planteo rescatamos el concepto de Ausubel de aprendizajes significativos donde deben darse como condiciones: desde el punto de vista del contenido que sea factible de ser asimilado; desde el punto de vista del alumno estar motivado para poder relacionar lo que aprende con lo que sabe; desde el punto de vista de los contenidos deben se efectivamente utilizables.

Esta materia nos permite acotar el ámbito de análisis en relación al currículum, que es entendido como un proyecto político, pedagógico relacionado con las instituciones y  que regula el trabajo docente, la distribución social del conocimiento y la evaluación de las personas involucradas desde los aportes de la cátedra.

El curriculo es lo formal y lo no formal, lo explícito y lo implícito (lo oculto) y existen distintos diseños que pretenden dar un ordenamiento espacio temporal a los conocimientos que se transforman en contenidos a enseñar.

En la tarea docente siempre hay prescripciones (nacionales, provinciales, escolares) pero como se señalo antes la selección de estos contenidos siempre depende de una decisión del docente. Y la evaluación de los mismos nos permite direccionar el proceso de enseñanza aprendizaje, revisando las estrategias adoptadas.

Así entendemos que la educación se desarrolla en organizaciones atravesadas por instituciones sociales como la educativa pero también la familia, el trabajo, la justicia que dan cuenta de la compleja trama de relaciones y posiciones de poder en la que nos insertamos.

“Sistema Educativo”: como complejo conjunto de partes que se relacionan y se modifican mutuamente, nos permite concebir el proceso de enseñanza como una totalidad, cuya comprensión global nos permite entender la complejidad del mismo e ir de lo general a lo particular y viceversa en un proceso continuo.

Los aportes de la sociología contribuyen a una visión macroestructural que se traduce en un marco regulatorio que lo sustenta y que obedece a un modelo sociopolítico determinado.

 


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